Luego de los ataques terroristas en la capital francesa, la solidaridad con la llamada Ciudad luz y el pueblo galo fue automática, tanto de quienes hacen vida en las calles parisinas —tantas veces inmortalizadas en la literatura y el cine—como de quienes estaban lejos, en pueblos remotos y en distintos continentes. En realidad no fue un ataque a París, fue, como muchos han dicho, un ataque a la humanidad.
Diversas han sido las respuestas, no solo desde la política sino también desde la ciudadanía. El arte, con sus mecanismos para generar impacto y reflexión, no estuvo ausente y fue un medio más para expresar ideas, sensaciones y sentimientos.