Las distorsiones en la economía adquieren formas comunes a nivel mundial. No son hechos aislados. Siempre responden a factores que han sufrido alteraciones de una u otra forma. En Venezuela, el Gobierno usa distintas etiquetas para nombrar estos fenómenos endosándoles la responsabilidad de su existencia a terceros o a factores externos, como la “guerra económica”. Un ejemplo claro está en lo que en el país se denomina como “bachaqueo” y que no es más que una reventa de productos en procura de ganancias aprovechando diferenciales de precios, algo que a nivel global se conoce como arbitraje o especulación, y que suele ocurrir porque alguien visualiza la inmensa oportunidad de ganancia y hace las operaciones necesarias para lograrla. El desequilibrio es obvio, la oportunidad también.
El caso más patético es el de la gasolina, producto que en Venezuela prácticamente se regala al consumidor gracias al subsidio estatal, pero que con solo llevar a territorio colombiano puede ser vendido con más de 1.000% de ganancia. Al año, las pérdidas por este subsidio rondan los 13 mil millones de dólares.
El mercado paralelo de divisas, tan cuestionado por el Gobierno, es una manifestación típica del arbitraje cambiario. Quien logra un dólar a 6,30 bolívares tiene hoy la expectativa de que lo puede transar hasta en 800 bolívares, una brecha que abre el apetito de muchos y que por años alimentó la corrupción en la asignación de divisas oficiales y la práctica de los “raspacupos”, es decir, de los bachaqueros de dólares.
Lo mismo pasa con los productos sometidos a regulación de precios por parte del Estado. Están los que manufactura el sector privado y que en muchos casos tienen costos por encima del precio de venta fijado por el Gobierno, pero que igual deben ser sacados al mercado porque existen unas cuotas de producción determinadas por las autoridades; y los que son colocados en el mercado por el sector público, a precios muy inferiores al costo, pero subsidiados por el Estado. Son precisamente estos rubros los que más fallas de abastecimiento presentan y los que más mueven la actividad del bachaqueo.
BancTrust emitió a finales de agosto un informe en el cual estimó en 6,5 millardos de dólares el monto movilizado en bachaqueo solo de alimentos durante 2014. Este fenómeno, según la firma, está estimulado por las distorsiones que crean los controles de precios y de cambios vigentes en Venezuela desde 2003.
La oportunidad de ganancias rápidas se abre camino con facilidad en un contexto de inflación anual sobre 150%, severos indicios de una próxima hiperinflación, y de deterioro sostenido de la capacidad de compra. Es tal impacto de esta situación que 30% del estrato más pobre de la población practica alguna forma de reventa, según la firma Datanálisis.
Los efectos de esta práctica se sienten en todos los estratos sociales y en toda la cadena de producción, distribución y comercialización de productos básicos. Nadie se escapa.
La edición 371 de la Revista PRODUCTO, que desde este jueves encontrará en los Kioscos, presenta un completo análisis del fenómeno del bachaqueo. También, trae un especial sobre opciones de inversión en el extranjero. Y, entre otros temas, un análisis sobre el panorama político-electoral de cara a las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
PUBLICADO: 30 de septiembre de 2015