Tras el golpe de estado contra el presidente Hugo Chávez el 11 de abril del 2002 y su regreso triunfal a la presidencia – como un héroe y tan solo 48 horas después – el caudillo se alertó del peligro que para su proyecto significaban los medios de comunicación libres. Desde el retorno a Miraflores puso a sus radicales a trabajar en un proyecto de ley que los regulara, los atemorizara y fuera una “espada de Damocles” sobre la cabeza de sus dueños.
Chávez alegaba que el hecho de que los canales de televisión hubieran dividido la pantalla en dos imágenes -una con su cadena tratando de tapar lo que acontecía y otra con la multitudinaria manifestación que pedía su renuncia mientras la represión se agudizaba- había sido la razón principal para sacarlo del poder por unas horas.
En agosto de 2004 al ganar con el 59,1 % de los votos el referendo que pedía el fin de su mandato Chávez decidió lanzar, cuatro meses después, la llamada Ley Resorte.
Desde el 2005 el panorama radioeléctrico fue otro. Una pequeña falta que se repitiera desde una a tres veces en un lapso de cinco años (ejemplos: no dar el nombre del autor de una canción, no señalar que lo que viene es un anuncio comercial o no pegarse a la cadena oficial) significaría la pérdida de la licencia. Fue a partir de allí que más que la censura que tímidamente ejercía el régimen se comenzó a imponer la autocensura. Momento que fue creciendo hasta que se observó con claridad la salida de periodistas y de programas incómodos tanto en radio como en la televisión año tras año.
En los medios impresos la presión comenzó al no otorgarles dólares preferenciales para adquirir las bobinas de papel en el exterior o no venderles las del Complejo Editorial Alfredo Maneiro. Ahorcamiento de diarios y periódicos no afectos al gobierno pero si ingentes suministros a los medios afectos o de propiedad del régimen. Desde el año 2003 había comenzado la merma de la publicidad oficial en los medios libres y comenzaban los súbitos incrementos en el costo de la electricidad, los servicios y los impuestos nacionales, estadales y municipales tanto para los medios del interior como para los de la capital.
En esto último destacan la compra de la Cadena Capriles, a través de una empresa montada especialmente para ello con fondos gubernamentales manejados por un personaje ligado al gobernador de Aragua
(el delfín in-pectore de Maduro) y la compra del diario El Universal por una empresa de fachada radicada en España. Ambas adquisiciones cambiaron la línea editorial de dos grandes diarios, uno popular y con la más alta circulación “Últimas Noticias” y el otro con alta credibilidad en la clase media y empresarial. Compras y lanzamientos de diarios interioranos se triplicaron con rojo apoyo.
Tras esos casos, incluyendo mi salida de OndaFM por tres meses, decidimos lo que desde un año atrás me había dado Eduardo Hauser, hombre ligado a los medios digitales, como era establecer un portal cargado de “runrunes”. Fue así que desde 2010 arrancamos –tímidamente primero– runrun.es, registrado en España para eludir el control gubernamental venezolano, y más adelante asociarnos con Michu Capriles López y lanzarnos en grande con un portal no solo noticioso y de opinión sino principalmente -aquí la diferenciación con otros- de periodismo de investigación. Hoy el modelo de negocio periodístico ha cambiado. El periodismo digital crece en el mundo y aquí en Venezuela se ha visto impelido por las vicisitudes, trabas y acosos que todos los medios hemos sufrido dentro de la “hegemonía comunicacional” que quien fuera ministro de Información de Chávez, Andrés Izarra, (hoy retirado disfrutando de sus riquezas en Alemania), pregonó, impulsó y financió desde el Tesoro Nacional.
Otro punto para pensar. Una radio o televisora por estos días no tiene su licencia renovada a no ser que sea propiedad de algún enchufado o testaferro rojo. Cuando un simple “tubo” para una radio del interior cuesta 6.000 dólares ¿cómo hacen sus propietarios para suplir esa suma con la barata publicidad de la zona? Cierres inminentes por venir.
Hoy las redes sociales, el Twitter principalmente, son la plataforma para alcanzar y sobrepasar con creces los medios diezmados, quebrados, expropiados, comprados o complacientes con un régimen decidido a enfrentar la verdad ocultándola o conculcándola. Estas herramientas nos permiten vencer el miedo y las persecuciones de todo tipo por parte de quienes reinan en la trampa, la farsa, el engaño y la criminalidad.
Nelson Bocaranda
Periodista, propietario de RunRun.es
PUBLICADO: 21 de abril de 2016