A menudo surge el debate entre quién es más venezolano, o quién sufre más la crisis, o quién lucha más por su patria: los que se quedan o los que se van. El Sociólogo José Rafaél Padilla nutre nuestro equipo de opinadores con un interesante análisis sobre el dolor de una diáspora que además de una maleta llena de sueños, parte con otra llena de recuerdos
María Alejandra Almenar /@Mariale_Almenar
Imagen: Oscar Olivares/@olivarescfc
La diáspora venezolana es bastante particular: la mayor parte se ha ido por alguna necesidad, desmejorando su estatus social, dejando de lado sus credenciales académicas, rompiendo familias y llevando la propia historia resumida en 23 kg.
Es un fenómeno de estudio sociológico que ya acumula tantas líneas como millas y que ha generado un debate interno sobre el patriotismo entre los que se quedan y los que se van.
Cuando El Miedo invade Altamira
Huyendo de la burocracia, nuestro opinador, José Rafaél Padilladecidió ir llano adentro a cumplir con uno de los múltiples escollos que el sistema interpone entre cualquier emigrante venezolano y su próximo destino: la apostilla de documentos. Y lo que inicialmente era un viaje de trámites, se convirtió en su encuentro con los atardeceres apureños que para siempre llevaría en su maleta intangible.
Esa valija que en vez de sueños, se fue llena de recuerdos, es el combustible que todo venezolano fuera de nuestras tierras consume en su transitar. El mismo combustible que, según asegura el Sociólogo y Magister en Ciencias Económicas y Sociales le permite a cada emigrante reinventarse cada día.
Emigrar no es la panacea, lo dice con conocimiento de causa nuestro opinador, en un sentido pero muy optimista análisis de la diáspora que aún regada por el mundo, se empeña en enseñar en sus nuevos suelos, que Venezuela vale el esfuerzo.
PUBLICADO: 17 de julio de 2018