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Pompeyo

Esta madrugada murió en Caracas el emblemático dirigente político Pompeyo Ezequiel Márquez Millán, el legendario Santos Yorme –su nombre de guerra durante la dictadura de Pérez Jiménez. Sus restos serán cremados probablemente el sábado en el Cementerio del Este. Se estima que habrá una ceremonia especial en la Asamblea Nacional.

Raúl Lotitto

Estuvo en este mundo 95 años aferrado a sus principios, que fue cambiando a medida que evolucionaba. Vio nacer el comunismo en América latina. Lo vio morir en el mundo. Luchó a su favor con bombas y fusiles. Se arrepintió y fue bienvenido por la Democracia, que vio cesar cuando un pueblo confundido trajo hace 18 años esta dictadura electa, a la que Pompeyo –siendo ya un hombre mayor-- también combatió.

Votó hasta que lo dejaron, como todos nosotros. Lo hizo incluso en silla de ruedas. Así lo vi en el colegio Las Cumbres, la última vez que le di la mano. Escribió. Discutió. Razonó con pasión. Dio ejemplo. Nunca robó. Nunca traicionó. Nunca fue hipócrita.

Su mejor homenaje será la póstuma ignorancia a la que casi seguro lo someterá el gobierno, que lo desprecia. Y debe considerarlo un traidor. Desde la alternativa democrática habría que rendirle el mejor homenaje. Pero quizá no lo hagamos, inmersos en esta confusión de la cual no sabemos cómo salir. Quizá porque faltan --hace mucho-- hombres como Pompeyo.

 


PUBLICADO: 21 de junio de 2017