Es lo más parecido a un divorcio. Una ruptura legal en la que Hotel Tamanaco, icono arquitectónico de la modernidad desde su construcción hace casi siete décadas, ha terminado por perder irremediablemente el apellido que solía acompañarlo y, por qué no, aportarle un carácter cosmopolita que a decir verdad pocos tienen ya en el país: el “Intercontinental”.
Sucede que InterContinental Hotels Group, la compañía británica que opera varias marcas hoteleras en el mundo, decidió meses atrás poner punto final a la larguísima relación que sostuvo con el Hotel Tamanaco desde su inauguración el 11 de diciembre de 1953.
Tras varias inspecciones y una visita evaluatoria, los ejecutivos de InterContinental, cuya sede está en Denham, Buckinghamshire, determinaron que el Tamanaco sencillamente no cumplía con los elevados estándares, procedimientos, servicios y políticas de la cadena. Y más aún: no había consumado sus últimas peticiones de remodelación (de lobby, habitaciones, salones, áreas verdes y de piscina).
Así que dio por terminado el contrato de la franquicia y exigió borrar además cualquier rastro suyo. En todas las instalaciones. En el material publicitario. Y hasta de la fachada, que hubo que salir corriendo a quitar, de modo que solo ostenta ahora en la azotea –y seguro que para beneplácito de algunos- el nombre del cacique indígena venezolano de las tribus mariches y quiriquires que se resistió ferozmente a la conquista española.
El IHG Hotels & Resorts se encargó por su parte de desincorporar primero de su catálogo de más de 210 hoteles y luego de su página web al Tamanaco, que fue diseñado y construido por Gustavo Guinand Van der Walle junto con la firma estadounidense de arquitectos Holabird, Root y Burgee, en 1946, es decir, antes de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien sin embargó lo inauguró en 1953.
Se dice que la idea de instalar “un hotel americano” en cada país donde aterrizara un avión de la aerolínea estadounidense Pan American Airways (PanAm) se le ocurrió a su fundador, Juan Trippe, durante una conversación con el presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, quien quería incentivar a los estadounidenses a viajar por el mundo después de la tragedia de la II Guerra Mundial y garantizarles además que pudieran ser atendidos en su mismo idioma y hasta consumir su platillo favorito: una hamburguesa y una Coca Cola.
De hecho, el primer hotel que construyeron en América Latina fue el de Belém de Pará, en Brasil, en 1946. Y el segundo fue el Tamanaco, que hasta hace semanas llevó el apellido Intercontinental, que durante décadas se convirtió en un símbolo de la ciudad por una razón: “Los eventos más importantes de la ciudad, sucedían precisamente en el Hotel Tamanaco Intercontinental, según palabras de Nicomedes Zuloaga, el médico, galerista y cronista cultural.
Amén de que albergó a los políticos, músicos, artistas plásticos y actores más importantes del mundo. Menos a Louis Armstrong, por cierto, el trompetista y jazzista estadounidense, quien pese a recibir la invitación del Hotel Tamanaco para hospedarse en su segunda visita a Caracas, prefirió rechazarla tras recordar que años atrás le habían prohibido alojarse allí mismo por causa del color de su piel.
PUBLICADO: 19 de agosto de 2021