La de la Academia ha sido una noche de bostezos. Una velada en la que se han repartido las estatuillas de manera equitativa, como casi siempre. La gran favorita Nomadland se llevó dos a casa. Y también The father. Pero la plataforma de contenidos en línea ha hecho lo suyo y acumuló siete de lo más calladita. Su reinado se ha impuesto
No ha sido Chloé Zhao, la cineasta china, quien se ha convertido en la segunda mujer en la historia de los Óscar en ganar en la categoría de mejor dirección gracias a su película Nomadland. Tampoco Frances McDorman, la actriz estadounidense que a los dieciocho meses de nacida fuera adoptada por una enfermera canadiense y un pastor de los Discípulos de Cristo, y quien anoche sumó dos estatuillas a su carrera: una como actriz principal y otra como productora de Nomadlad. La verdadera reina de los Oscar ha sido Netflix, la plataforma de transmisión en línea de series y películas, que se llevó a casa siete de los 35 galardones a los que aspiraba en la ceremonia más importante del mundo en materia de cinematografía.
De esas siete, dos pertenecen a Mank (fotografía y diseño de producción), la imponente cinta en blanco y negro de David Fincher acerca de cómo Joseph Mankiewicz escribió el guión de Ciudadano Kane; dos a La madre del blues (vestuario y maquillaje y peluquería), una instantánea acerca de la cantante conocida como Ma Rainey; y uno al documental Lo que el pulpo me enseñó. Amén de otros dos por los cortometrajes Dos completos desconocidos y Si me pasara algo, los quiero.
Netflix superó así a Disney +, que, es cierto, no se ha embolsado poca cosa: la estatuilla de mejor película, dirección y actriz para Nomadland, y mejor cinta de animación y banda sonora para Soul. Cinco pesos pesados.
Nomadland, inspirada en el libro-reportaje homónimo de Jessica Bruder, y cuyo reparto no está formado por actores profesionales sino básicamente por nómadas reales, narra la historia de una mujer que ha perdido primero a su esposo y luego su casa por causa de la crisis económica de 2008, así que se lanza a la carretera para tratar de sobrevivir y encontrarle un sentido a la vida. Una película sutil, reflexiva, que sobre todo calza muy bien con las lecciones que ha dejado al mundo la pandemia del covid-19: la necesaria adaptabilidad de los seres humanos a cualquier tipo de adversidad.
El resto lo ha repartido la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de manera equitativa, como ya es usual: Mejor actor para Sir Anthony Hopkins por El padre, que también ha conseguido la estatuilla en la categoría de guion adaptado. Solo que el actor inglés había advertido con anticipación que en vista tenía una cita ineludible: visitar la tumba de su padre en Gales y por ello ha dejado plantado al mundo entero.
Judas y el mesías negro se ha quedado con la estatuilla al actor de reparto para Daniel Kaluuya, y la de Mejor canción original. Y Youn Yuh-jung, sin duda el mejor discurso de la ceremonia, con la de Mejor actriz de reparto por Minari. “No creo en estas competencias, ¿cómo le puedo ganar yo a Glenn Close?”, preguntó la surcoreana al recibir su galardón.
La madre del blues también ha conseguido dos estatuillas doradas: vestuario y maquillaje y peluquería. Sound of metal, acerca de un músico y baterista que pierde de pronto la audición, ha ganado igualmente en dos categorías: edición y sonido. Mientras que Una joven prometedora, el relato de una mujer que decide tomar la justicia en sus manos y vengarse de los acosadores sexuales, tan propio de la era del movimiento feminista MeToo, tuvo que contentarse con una presea: guión original para la escritora y actriz Emerald Fennell.
Todos premios cantados. Aunque hubo quien esperaba que Chadwick Boseman, quien falleciera en agosto por causa del cáncer, recibiera homenaje póstumo por La madre del blues. O que Viola Davis también subiera victoriosa al escenario por la misma película, como sucedió en el Globo de Oro. Solo que el voto parece haber comenzado a cambiar en el interior de la Academia, mucho más diversa que en el pasado, como ha quedado claro con el triunfo de Parásitos de Bong Joon ho en 2020.
Una ceremonia sin sorpresas, pese a que el cineasta Steven Soderbergh y sus compañeros productores de la gala habían anunciado que no habría transmisiones vía zoom (y resultó cierto) y que todo transcurriría como una película. Lo que no aclaró es que sería una película sumamente aburrida, de discursos largos e innecesarios, en la que el dj Lil Rel Howery, encargado de musicalizar la gala, se atrevió a poner la nota improvisada casi antes de finalizar la jornada y a invitar a los nominados a jugar con la música.
Le prestó el micrófono primero a Andra Day, quien dejó escapar el comentario más inteligente y mordaz de la noche cuando el dj le preguntó si conocía el tema Purple rain, del legendario Prince, y si sabía si había sido premiado o no con un Oscar. A lo que la actriz, nominada por The United States Vs Billie Holliday, respondió: “Esa canción es maravillosa, así que probablemente no estuvo ni siquiera nominada”. Golpe bajo a la Academia.
Daniel Kaluuya, en cambio, no atinó a cantar siquiera el coro de Last dance, de Donna Summer. Pero Glenn Close, nominada por HillBilly, se desquitó cuando le pusieron la pista del tema Da butt, de la película School Daze (1988), de Spike Lee. Y ella no solo sabía al dedillo el estribillo de la canción, sino que se puso de pie para dar clases de twerk frente a todos. Va siendo hora de que la Academia deje a un lado las viejas rencillas y la premie por fin luego de pasarla por alto por maravillas como Relaciones peligrosas, La esposa, Albert Nobbs y Atracción fatal. El meme de la noche.
Emotivo fue también el momento cuando el danés Thomas Vinterberg, premiado en la categoría de película extranjera, le dedicó el galardón a su hija, quien falleció días antes de iniciar el rodaje de Otra ronda.
Y un poco divertido cuando Emerald Fennell explicó que, como no pensaba que ganaría, no preparó discurso de agradecimiento. La única vez que hizo uno, contó, fue siendo niña y en ese momento se lo dedicó a uno de sus ídolos de juventud: Zach Morris, el personaje de la serie juvenil Salvado por la campana, que de inmediato se convirtió en tendencia en la red social Twitter.
A la ceremonia del Óscar no se le pide que sea hilarante. No. Tampoco que sea un espectáculo del Cirque du Soleil. O una jornada del stand up. Mucho menos en tiempos tan complejos y duros como los que nos ha tocado vivir por causa de la pandemia del coronavirus. Pero se le pide, sí, que sea una manifestación artística cónsona con las películas que desea premiar. y son muchos los ejemplos que hay a la mano. ¿O se olvida acaso que la ceremonia ha contado con actuaciones maravillosas como la de Stomp o de los Blue Brothers?
Hay algo que ha quedado claro. Este año el Óscar ha sido menos complaciente que en el pasado. Como en los tiempos de El libro verde (Greenbook). O de Crash. Pero también ha quedado claro "la gran estafa" de Soderbergh y su equipo de productores, que deben haber cobrado una fortuna, y quienes le impidieron a Laura Pausini interpretar su tema Io sí y al resto de los nominados a mejor canción, acaso el poco entretenimiento que hubiera podido tener la ceremonia. Ya hablarán los numeritos del rating acerca de cuánto cayo este año la audiencia tras una velada tan llena de bostezos.
PUBLICADO: 26 de abril de 2021