Luego de la investigación de NYT sobre la compra de seguidores, PRODUCTO empezó una investigación por cuenta propia sobre esta práctica en el mercado venezolano. Las sorpresas han sido muchas. En el país 11K de Instagram (11.000 seguidores) pueden llegar a costar unos 4.5 millones de bolívares, y las ofertas de ventas de perfiles que engordan cuentas en redes sociales pululan tanto en Mercadolibre como en Google. ¿Y todo para qué? A continuación se los contamos
Vanidad de vanidades, todo en social media es vanidad… y dinero, claro está. Y es que como dijimos en la primera parte de este trabajo (leer Yo compro, tú compras, las marcas compran… seguidores (parte I)) en los tiempos que corren ser blogger (o vlogger) e influencer es uno de los oficios más cotizados. ¿Por qué? Pues porque más allá de la exposición que dan estos medios, las marcas buscan a estas “nuevas súper estrellas” para que sean la “imagen” -por decirlo de una manera- de sus productos o promuevan sus servicios pero de una manera soslayada. Decir, así como quien no quiere la cosa.
En este sentido, según datos aportados por una fuente que solicitó a PRODUCTO no dar su identidad, solo el año pasado un influencer podía cobrar por post publicado en Instagram unos 100 dólares mensuales. Cifra que, evidentemente, es irrisoria fuera de nuestras fronteras, pero que dada la realidad venezolana es un monto considerable.
Pero concentrémonos en el costo de los seguidores. Gracias a nuestra investigación podemos afirmar que el costo puede rondar los 4.5 millones de bolívares, si lo que se quiere es engordar una cuenta con 11K (11.000). Sin embargo, ¿de qué sirven 11.000 seguidores falsos y solo unos cientos reales? Bueno, al leer blogs de expertos en el tema se puede intuir que tal inversión no sirve más para pantallar, pues el valor de una cuenta (Instagram, Twitter o Facebook) radica en el engagement (fidelización) que el dueño de la misma ejerza sobre su público.
Los números lo son todo y no
Es paradójico, sin duda. Pero en Social Media, los números los son todo y a la vez no lo son. Esto quiere decir que, si bien estas plataformas que todo lo cuentan, todo lo miden, y las que les es muy difícil mentirles, permiten crear estrategias con cuentas abultadas, con seguidores/followers inventados.
Siendo así, es obvio que a primera vista las cuentas con 100 mil o 1 millón de seguidores sean las más atractivas para las marcas y el diseño de estrategia de marketing digital. Pero el problema se presenta cuando se pone dinero de por medio Porque ¿qué pasa cuando la cuenta en la que se invierte no genera las ventas o las acciones que se esperaban? Pues la respuesta de entrada pudiera ser muy sencilla: esa “celebrity” o“influencer” no era el adecuado para el producto, pero poniéndole más cabeza al asunto se pudiera concluir que famoso en cuestión no puede ejercer influencia sobre cientos y miles que simplemente no existen.
“La venta de seguidores en Instagram no deja de ser un negocio para las webs que se dedican a ofrecer este tipo de packs. Estas webs disponen de sistemas automatizados que les permiten crear decenas o incluso cientos de cuentas en bloque en pocos minutos, con lo cual, cuanto menos información tengan que introducir en el formulario de creación de la cuenta, más fácil y rápido les resultará hacerlo.” (Todoinstagram.com)
Llegado aquí podrán muchos saltar y decir que este o aquel “famoso” sí tiene verdaderos seguidores por cuanto con cada post que publica consigue muchos (miles o millones) de likes y comentarios. Sin embargo, lamentablemente les informarnos que, incluso los comentarios, las menciones y las reproducciones son perfectamente comprables.
En nuestra investigación nos topamos con una web local en la que entre sus servicios estaba todo lo anteriormente mencionado cotizado en dólares. Pero además, quizás tratando de lavarse las manos, hablan del tema de compra de seguidores como algo ético y que por tanto es un servicio del que pocos hablan u ofrecen abiertamente. Por si fuera poco señalan los siguiente: “En Venezuela, el mercado de los seguidores de Instagram se consiguen a través de cuentas personales de comunicadores sociales, community managers o social media managers, que se dedican a crear comunidades en torno a un tema y después venden estas cuentas.” (sic)
Y como broche de oro en su oferta, esta web asegura que el interesado en la compra de seguidores puede evaluar la cuenta a comprar dependiendo del nicho de mercado que se necesita abordar para que impulsar un negocio.
La diatriba de los influencers
Volviendo a los expertos, desde brasilera Rafaela Almeida (autora de Influencers: La nueva tendencia del marketing online) a la venezolana Gaby Castellanos (conferencista y asesora de Social Media) aseguran que solo los influencers que tienen una genuina interacción con sus seguidores son capaces generar un engagement real. De hecho, Castellanos se hizo famosa gracias a que siempre ha afirmado que el número de followers/seguidores no es directamente proporcional a la capacidad de movilizar gente. De allí que ella use con frecuencia como ejemplo a Jesús y diga que a pesar de que éste solo tuvo una docena de seguidores (apóstoles) todos siguen hablando de él moviéndose en torno a sus palabras.
Por otra parte, desde hace un tiempo en España, Estados Unidos y la Gran Bretaña el uso de “influencers” para campañas de posicionamiento de marcas/productos/servicio está en entredicho. Las autoridades incluso quieren pechar dicha actividad que suele no estar reflejada en las ganancias a declarar de las llamadas “celebrities”, y hasta limitarlas, haciendo que cuando un instagramer oinfluencer nombre o interactúe con producto aclare que es publicidad.
Ya en España, por ejemplo, le están poniendo cerco al asunto y están echando mano de la Ley General de Publicidad para que toda publicidad quede bien identificada como obliga la misma.
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Yo compro, tu compras, las marcas compran... seguidores (parte I)
PUBLICADO: 31 de enero de 2018