El chiste del cambio de nombre anunciado en los Estados Unidos el Día de los Inocentes, podría ser un tiro por la culata para la prestigiosa automotriz alemana, ya golpeada en 2015 por el diesel-gate.
A menos que surja un estudio de mercado que demuestre lo contrario, parece que la reconocida marca mundial que se inauguró con el indestructible escarabajo hace 84 años, se equivocó feo en Estados Unidos -y por extensión lógica en todo el mundo- con su anuncio de cambiar una letra de su nombre para sus modelos de autos eléctricos. Decía que los iba a llamar Voltswagen en lugar de Volkswagen. Carro de voltios, en lugar de carro del pueblo. Ingenioso es, no cabe duda.
Pero cambiar el nombre, la marca, no es un chiste. Y lo peor es que los ejecutivos de VW debieron admitir que en verdad lo fue. Y al día siguiente de lanzar la falsa noticia se obligaron hasta a recoger lo escrito en su propia página web. Claro que no pudieron, obvio, hacer lo mismo con lo publicado en toda la prensa del planeta. Así que debieron desmentirse. Un papelón. Sobre todo pensando en que el tema se originó en una empresa de un país tan serio como Alemania, hacia uno con tan poco humor como los Estados Unidos.
A menos que ocurra una sorpresa y alguna encuesta creíble diga que esto fue un acierto, resulta poco menos que inexplicable la estrategia. Primero, porque no sólo puso en juego nada menos que la credibilidad de la marca frente al consumidor –algo que viola todos los libros-- sino porque alertó a las autoridades cuando, al día siguiente de la mentira publicitaria, las acciones de la compañía subieron 5 por ciento en la bolsa. Al cierre de esta nota la Securities and Exchange Commission (SEC) se paseaba por la posible “información engañosa” de Volkswagen. Un delito no menor.
Se sabe que la SEC está muy atenta a las empresas que construyen carros eléctricos, dado el violento crecimiento de los títulos de Tesla, la empresa de Elon Musk, que en los últimos meses quintuplicaron valor. Aunque esas acciones ganadoras –por contradicciones del sistema-- no son bien vistas por los inversores serios. Las juzgan “muy especulativas”.
Por cierto, justamente Volkswagen recurrió al cuestionado truco publicitario del falso cambio de nombre, como trampolín para su nuevo carro eléctrico llamado SUV ID.4 (Sport Utility Vehicle). Un deportivo con el que aspira a competir en un mercado donde la firma de Musk con sus 4 modelos (Tesla 3, Tesla Y; Tesla X y Tesla S) luce como el rey del mambo: vendió casi 80 % de los 205 mil autos eléctricos colocados en 2020 en Estados Unidos. Detrás vienen el Chevrolet Bolt EV (tercero en preferencias con casi 20 mil unidades); Nissan Leaf; Audi e-tron; Porsche Taycan; Hyundai Kona y Kia Niro. Las últimas 5 marcas suman menos de 25 mil carros. Pero están en la pelea. Volkswagen aún no.
Por eso quizá pensó que su chiste del Día de los Inocentes movilizaría el lanzamiento, dándole energía a la marca. Pero cuando la fake ganó lectoría en The Guardian, The Wall Street Journal o The New York Times (es decir, la prensa prestigiosa, más allá de los roedores de las redes sociales) quizá sus directivos se asustaron y escupieron la excusa de que todo fue una broma.
Veremos si les resulta tan fácil deslastrarse de las consecuencias, más aun cuando la imagen de Volkswagen en Estados Unidos viene golpeada por el escándalo que estalló en septiembre de 2015, cuando la compañía admitió haber instalado en 600 mil carros –sí, seiscientos mil-- un software que alteraba los resultados de las pruebas de emisiones contaminantes de motores diésel. Eso, que no fue un chiste, sino una trampa, le costó a VW más de 15 millones de dólares en multas y compensaciones. Cuánto repicará este joke nada inocente en la caja registradora aún está por verse.
PUBLICADO: 06 de abril de 2021