Youtube

El bolívar, ¿moneda agotada?

Desde hace varios meses los venezolanos se enfrentan a una dura realidad, que algunas semanas atrás parece haber llegado a un punto de no retorno: las colas en cajeros automáticos para obtener dinero efectivo, y la posibilidad de recibir sólo billetes de bajas denominaciones, son evidencias del agotamiento del bolívar, la moneda de curso legal.

La banca privada manifiesta preocupación porque su logística ha quedado en evidencia ante una nueva realidad y la demanda del dinero es mayor a la disponibilidad que ofrece la fuente: el Banco Central de Venezuela. La situación complica el escenario para los usuarios: el ciudadano en la calle.

Es un agotamiento que se debe al debilitamiento de la unidad monetaria. Mientras la banca pide más piezas de dinero para surtir los cajeros automáticos y las taquillas de sus agencias, los ciudadanos se ven obligados a deambular con fajos de papel moneda para hacer frente a los gastos cotidianos. El manejo de las compras y las ventas se complica, más que por una cuestión de precios – algo en lo que ya estaban complicadas-, por un asunto de logística.

 Para afrontar un día en Venezuela se está haciendo imprescindible portar un bolso o  algún estuche que permita el transporte de grandes cantidades de billetes, pues  incluso del que tiene más alta denominación son necesarias múltiples piezas para  adquirir casi cualquier producto.

 Eso, en opinión de economistas, demuestra el agotamiento del actual cono monetario venezolano.

Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, explica que el Gobierno Nacional, en vista de tal situación, debe ser consciente de la necesidad de tomar medidas en dos áreas: la de logística y la de política monetaria.

Aunque es partidario de que en Venezuela, debido a la problemática que se hace notoria en las calles, se amplíe el cono monetario (el conjunto de monedas y billetes que permiten la compra de bienes) con la inclusión de piezas de 200, 500 y 1.000 bolívares, indica que esa medida serviría de poco si no se toman medidas urgentes para contener la inflación, que recientemente se calcula, de forma extraoficial (no hay reportes del Banco Central de Venezuela al respecto desde finales de 2014) llegó a 140% en una medición anualizada.

Los datos acerca del incremento en la cantidad de efectivo circulante en el país hasta una cifra nunca vista de 2,74 billones de bolívares, según información publicada recientemente en algunos diarios, no constituirían un aliento al momento de pensar en la fortaleza de la moneda, y ni siquiera la impresión de nuevos billetes de las denominaciones existentes serviría como un respaldo significativo, pues la vorágine inflacionaria ha llevado al deterioro del valor nominal del bolívar.

Oliveros explica que, además de ampliar el cono monetario, sería pertinente llevar a cabo un estudio de la utilidad de las monedas en circulación, pues casi 8 años después de la reconversión monetaria impulsada en el país, los billetes de 2, 5, 10 y 20 bolívares podrían, de acuerdo con los precios en el mercado venezolano actual, pasar a ser monedas.

El problema de fondo

Actuar sobre la inflación es, en el aspecto de política monetaria, la otra acción urgente. “Hay una aceleración inflacionaria que provoca que el cono monetario pierda eficiencia con mucha rapidez”, manifiesta el director de Ecoanalítica. “Si no se toman correctivos, en un tiempo lo que se haga no bastará”, sentencia.

La reducción de la inflación, sin embargo, requiere un plan de ajuste económico muy amplio. “Es algo que se menciona muy rápidamente y puede pensarse en actuar de forma inmediata, pero hay muchas políticas involucradas”, manifiesta el economista.

Sobre el actual problema de suministro de billetes, y consultado acerca de si podría agravarse en caso de que el costo de impresión de las piezas llegue a ser superior al valor que tendrían las piezas  en el mercado, Oliveros expresa que no cree que haya ocurrido. “No es muy factible que eso esté ocurriendo, pero hacia eso nos dirigimos debido a la depreciación del bolívar”, alerta.

Los controles necesarios

Henkel García, director de Econométrica, considera que la dificultad que afrontan los venezolanos durante el día a día no es tan preocupante como puede señalar la situación de alarma por las fallas en la disponibilidad de dinero en efectivo. Para él, el problema de fondo es la liquidez desbocada que, explica, aumentó en cerca de 84% u 85% en un año.

Matiza que, contrario a las creencias que alertan a los venezolanos recientemente por no hallar dinero en las instituciones financieras y cajeros automáticos, la proporción de efectivo en el sistema nacional es de aproximadamente 10% de la liquidez total.

La respuesta inmediata, asegura, a la pérdida de poder adquisitivo de las piezas de más alta denominación, es la impresión de billetes con mayor valor. Coincide en ese aspecto con Oliveros, aunque asegura que es momento de contar, incluso, con piezas por valor de 2.000 bolívares.

García señala argumentos que expone como causas del desgaste en el sistema monetario venezolano: aumentos de salario que no están acompañados de incrementos en la producción local, y problemas, por tanto, en la oferta de bienes y servicios. Asegura que son factores que llevan a la existencia de un país inestable y con muy poca armonía, pues las personas tienden a sospechar de un colapso económico

“No existe la confianza en la moneda. Variar, aumentar el cono monetario facilitaría el manejo, el consumo. Se hacen necesarios billetes de 1.000 y 2.000 bolívares para igualar el poder de compra que tenía el de 100 cuando se aplicó la política monetaria que incluyó la reconversión de 2008”, manifiesta.

Para eso, afirma, hace falta que el Gobierno deje de lado la “terquedad” en su negativa a ampliar el cono monetario, que, agrega, es una medida que el Banco Central de Venezuela (BCV) podría tomar de manera independiente, al ser un órgano del Estado

Como economista señala que el Gobierno debe aplicar un esquema de disciplina monetaria y fiscal que permita a la economía retomar un cauce normal y dé la oportunidad  a la moneda de prolongar su vida útil. “El problema de la liquidez es básico, las medidas deben apuntar allí para poder tener un país disciplinado”, indica.

“Al tener billetes con muy poca capacidad de compra se elevan los costos del cono monetario, por el costo de elaboración de las piezas. Sin embargo, es algo que se puede solventar con billetes de mayor denominación”, asegura.

 Opciones drásticas

 En vista de la realidad del país, Oliveros hace referencia a los “ciclos hiperinflacionarios”.

 No se refiere a la hiperinflación como algo que esté  ocurriendo en Venezuela, pero matiza: “Los ciclos  hiperinflacionarios acaban con la moneda y el cono  monetario de los países. Cuando se entra allí, una moneda  pierde todo sentido”.

 La idea es capaz de pasmar a cualquiera: menos de 8 años después de haber tomado la opción de apostar por el denominado “bolívar fuerte”, ¿es posible que los venezolanos tuvieran que dejar atrás nuevamente su unidad monetaria?

Oliveros aporta algunas opciones que resultan escalofriantes. Se limitan, sin embargo, al escenario en el que no se tomen las medidas para hacer frente a los fenómenos económicos que afectan al país.

Explica que naciones con problemas peores que el que tiene Venezuela, pero que estuvieron en algún momento en situación similar, optaron por establecer un nuevo signo monetario. Son los casos de Brasil y Perú, con el nuevo real y el nuevo sol. Sin embargo, habría más opciones, aparte de adoptar una nueva moneda

Otra posibilidad, igualmente desalentadora, tiene como un ejemplo relativamente reciente a una nación africana: Zimbabue, aquejada por la hiperinflación, se vio en la necesidad de permitir la libre circulación de monedas distintas.

“Ojalá no lleguemos a ciclo hiperinflacionario”, concluye Oliveros. En el día a día del venezolano, pese a todo, aquel bolívar del que no se han cumplido los 8 años de uso parece cada vez más frágil, menos “fuerte”.

Sin monedas alternas

Henkel García expresa que la respuesta a la pérdida de poder adquisitivo del bolívar no es necesariamente la adopción de una moneda distinta. Ni siquiera la posibilidad de establecer un mercado en el que diferentes signos cambiarios puedan fluctuar. “No es necesario”, se atreve a decir.

Asegura que la respuesta a los problemas de la economía venezolana pasa por aceptar que el gasto público debe hacerse en una proporción acorde a los ingresos del Estado. Se puede estabilizar el valor de la moneda, dice, y su poder, en un marco institucional que contemple la disciplina fiscal. Sin eso, en cambio, au

nque se adopten medidas como la dolarización, no habría soluciones posibles. “Es la situación de Grecia, un país con una moneda muy fuerte pero que al mismo tiempo tiene un escenario económico grave”, sentencia.

Al respecto, recuerda el caso de Ecuador, una nación en la que la moneda de curso legal es el dólar, pero en la que la crisis económica persiste por no haber políticas fiscales que limiten el gasto público.

“El camino no es sencillo, pasa por tener un contrapeso de poder. Una labor de contraloría es necesaria. Hay que atajar de manera cada vez más inmediata el problema para crear un país de oportunidades”, concluye García.

Una serie de medidas oportunas podrían, en resumen, otorgar una oportunidad más al bolívar. Y a los venezolanos. 

 

Por: Alberto Araujo

 


PUBLICADO: 11 de agosto de 2015