Las elecciones en Argentina llegaron a su punto final el domingo, luego de que en los comicios del mes de octubre ninguno de los aspirantes lograra un apoyo popular superior a 45% de los votos. En la segunda vuelta se impuso Mauricio Macri, líder del partido opositor Cambiemos, con 51,40% de los votos, y una diferencia de poco más de 700 mil votos frente al oficialista Daniel Scioli (48,60%).
Con un panorama político como el actual, no solo en la Argentina, sino en los distintos países que conforman la región, la interrogante común es si realmente el triunfo de Macri representa la muerte de viejos esquemas políticos y que, como contrapeso, constituye la puerta a una nueva etapa en Suramérica. ¿Se abre la puerta a un cambio en la geopolítica de América Latina?
Para Elsa Cardozo, internacionalista y profesora de Ciencias Políticas, es necesario contextualizar lo sucedido durante los últimos dos meses en el país del sur. “Creo que sí podríamos hablar de un cambio, tomando en cuenta las circunstancias en Argentina y en la región. Es decir, no ver el triunfo de Macri como algo de causa-efecto, sino como parte de una circunstancia regional, producto del desgaste de los populismos radicales y todas sus promesas”.
En el caso de Argentina y su proceso electoral, el contexto estuvo signado por la confrontación de dos modelos, en esencia distantes, que, por un lado, transmitía cierta displicencia por parte del Gobierno, es decir, un mensaje que parecía indicar que con el candidato oficialista el asunto ya estaba resuelto y la victoria asegurada. Como contraparte, un triunfo de la oposición parecía imposible, al menos para los comicios de octubre.
“Existen dos razones que pueden ayudar a simplificar un poco el panorama. Por un lado, el final del boom económico, con los precios y las demandas de las materias primas, ha sido un golpe muy grande, que ha significado un debilitamiento para regímenes dispendiosos e ineficientes. Por otro lado, el tema institucional. De algún modo, todos estos gobiernos están pagando las facturas de su desprecio por las instituciones, que los ha llevado a excesos y a desmesuras, que al final el electorado les cobra”, explica Cardozo.
Un día después de las elecciones, catalogadas como históricas, los análisis no se hicieron esperar. En los diarios de circulación local en la Argentina, se debatían entre la crónica de los últimos días del Kirchnerismo y las fracturas en el Peronismo.
En el diario El Clarín, el politólogo Andrés Malamud escribía acerca de los retos del nuevo Presidente de Argentina: “Macri llega al Gobierno con 53% de los votos, pero Cambiemos alineará 35% de los diputados, 25% de los senadores y 20 de los gobernadores. La grieta es menos profunda, pero más ancha que antes. Es inapropiado aguar la fiesta de los vencedores; también lo sería ignorar sus desafíos”.
Venezuela en el radar
El triunfo de una tendencia distinta desde hace más de una década en Argentina no solo constituye un hecho de relevancia en el país sureño, también produce un impacto directo en Venezuela, pues las alianzas tejidas entre los gobiernos del fallecido ex presidente Hugo Chávez, con menos protagonismo ahora con Nicolás Maduro, representan un punto de inflexión en el posible nuevo panorama con Macri como primer mandatario. El ex gobernador de la provincia de Buenos Aires ha sido enfático en su oposición a las tendencias político ideológicas que representa el chavismo con todas sus alianzas.
Cardozo repasa el contexto en el que se encontraría el gobierno venezolano con la victoria de Macri, hecho que constituye, en teoría, un aliado menos para el chavismo. “Ha habido situaciones muy concretas que han marcado el distanciamiento progresivo hacia Venezuela. Desde el punto de vista político hay un factor que ha pesado mucho y es el comportamiento del gobierno venezolano. Eso ha hecho cada vez más difícil hacerse acompañar, un Gobierno que al final se ha convertido en un régimen que no cumple los compromisos internacionales, que se ha vuelto belicoso, y lo que podemos ver en el triunfo de Macri es el deseo de una situación regional y la prueba de fuego será el 6 de diciembre”.
Jesús Abreu
PUBLICADO: 23 de noviembre de 2015