Hace más de 12 años que Hugo Chávez tomó la bandera de la hegemonía comunicacional anhelada por su revolución. Pero al asumir el 5 de enero la bancada opositora en la Asamblea Nacional eso se acabó formalmente (al menos en el Parlamento) y a la vez surgió la figura –muy mediática ahora- del diputado Henry Ramos Allup, quien desde que asumió como presidente del órgano legislativo no ha dejado de sonar en los medios. Y sobre todo en las redes. Primero con la simbólica quita del pendón con la imagen de Chávez, y del retrato creado por el chavismo del Libertador Simón Bolívar; y también de la foto de Nicolás Maduro y otras fotos e imágenes que a su juicio no deben estar de los espacios de la Asamblea.
Luego, el día de la rendición de cuentas del Presidente Maduro, fue insólito ver como se mantenía la cadena nacional transmitiendo la tajante respuesta de Henry Ramos Allup. Aun hoy hay polémica interna en el chavismo sobre esa decisión de que la cadena siguiese. Nadie se atribuye incluso la orden. Que, de paso, podría haber reivindicado el propio Maduro como acto de “libertad de expresión”. Pero no lo hizo. Falta de perspicacia o falta de asesoría.
El hecho parece haber sorprendido incluso al máximo representante de la Mesa de la Unidad, Jesús Chuo Torrealba, que al reivindicar la apertura a los medios dice que “el impacto de la victoria fue demasiado grande”; y vuelve a condenar “el blackout que veníamos teniendo, que fue vergonzoso hasta el día de las elecciones, porque nuestro comando no tuvo pases en vivo, no tuvo transmisiones en los medios”. Torrealba dice que “para los jefes de información de algunos medios debió ser raro tener que decirle al país que ganaron los candidatos de un comando que no existía”. Chuo se muestra prudente, pero seguro de que en comunicación pública Venezuela empieza a vivir una nueva etapa.
Incluso fue emblemática, por parte del chavismo, la absurda destrucción de todos los equipos del canal de la Asamblea (ANTV) que quedó inservible días antes de que asumieran los nuevos diputados. Algo que de paso es un delito grave: dañar bienes públicos.
Para Carlos Raúl Hernández, sociólogo y analista político, la hegemonía comunicacional “se compone de un sistema de medios públicos que nadie ve ni oye, pero también de medios privados presionados para que se autocensuren”. Celebra que estén las redes sociales y la web “que no se pueden controlar y por eso la hegemonía viene muy vulnerada por lo digital”. Condena a la vez la incompetencia del gobierno tratando de comunicar e imponer su visión, por cierto muy debilitada”.
Desde el gobierno, el vicepresidente Aristóbulo Istúriz, asegura que “no se quiere un show mediático”. Y por eso, al parecer, los ministros del área económica no acudieron ayer al Parlamento para explicar y rendir cuentas.
Para Chuo Torrealba eso es “una cosa insólita, porque los ministros se negaron a ir a una comparecencia, precisamente porque no quieren hacerlo ante los medios. El pueblo tiene que leer eso con claridad. No solo hay un desplante. Es que le están negando al pueblo el derecho social a la información”. Y remata: “esto es un síntoma de lo que viene si hay una apertura en los medios”.
El veterano periodista Nelsón Bocaranda, en el ojo del huracán todos estos años, considera que “hay una oportunidad con la apertura hacía los medios en el parlamento y algunos la están aprovechando, pues han recibido una luz con su entrada al hemiciclo y la transmisión de las sesiones”. El periodista ve un cambio, incluso “en canales como Globovisión, que aprovechando la libertad otorgada por la Asamblea, mostró abiertamente su cambio de línea editorial”. Pero para Bocaranda “la hegemonía comunicacional continua viva, fracturada pero latente, ya que el gobierno cuenta aun con mucho poder para seguir influyendo”.
PUBLICADO: 22 de enero de 2016