En el chavismo, Jorge Rodríguez tiene fama de ser una especie de genio de la estrategia, un manipulador consumado, un psiquiatra que domina perfectamente el arte de controlar a la opinión pública.
Pero, hasta los genios tienen una mala tarde...
El ministro de Comunicación de la administración de Nicolás Maduro apareció con un video -otro más- con el que supuestamente pretendía probar "de manera irrefutable" una supuesta reunión de Juan Guaidó con Diosdado Cabello.
Cuando Rodríguez presenta estos videos "probatorios", generalmente lo importante no son las imágenes, pues siempre se trata de montajes cuestionables, sino el discurso, ya que el funcionario puede ser muy efectivo en el intento de racionalizar cosas que, incluso, pueden ser falsedades evidentes.
Pero ante un montaje tan claro, en el que hay fallas tan de amateurs como un cojín que aparece y desaparece, ni Rodríguez pudo sostener la tesis de que la reunión Guaidó-Cabello se produjo. Es más, si apareciera evidencia distinta de que el encuentro tuvo lugar, ya nadie podrá creerlo.
El intento -curioso por lo autoincriminatorio- de despretigiar a Guaidó porque se reúne con Diosdado Cabello se transformó en una burla incontenible en redes sociales. Nació el #GuaidoChallenge en Instagram, Facebook y, en menor medida, Twitter.
La mofa consiste en publicar fotos de personas e incluso animales vestidos con capucha y sudadera, el mismo "look" del supuesto Juan Guaidó irreconocible que aparece en el video del ministro, complementadas con comentarios en tono de burla contra el madurismo.
A las 8 de la noche del 25 de enero, esta burla en cascada se convirtió en primera tendencia en Instagram. Y en Twiiter escaló a los primeros cinco puestos como trendic topic. Una enorme publicidad gratuita para Guaidó y un tropiezo superlativo para el estratega de la propaganda oficial.
Presumir la estupidez
Este 2019 ha resultado sorprendente. Parece evidente que el gobierno de Nicolás Maduro, a partir de la constatación de su ilegitimidad, entró en una crisis política real y peligrosa.
Aunque un reporte de Eurasia Group para sus clientes, citado por el economista Asdrúbal Oliveros, sostiene que el fin de la administración Maduro no parece inminente, sí parece posible. Algo que era impensable a finales de 2018.
Y este hecho del video, que podría parecer anecdótico, es una evidencia del deterioro de una gestión ampliamente rechazada, según todas las encuestas, incluso en las Hinterlases, la empresa del constituyente Oscar Schemel.
El problema es que, en materia comunicacional, el chavismo históricamente ha creído que hace mensajes para un país de estúpidos, especialmente su base social, a la que consideran incapaz de pensar y necesitada de "protección".
La gran paradoja es que la revolución de los pobres, los subestima como individuos, por eso los trata de engañar con campañas y montajes que no soportan un análisis serio de contenido.
La popularidad del ex presidente Hugo Chávez podía pasar ideas como que un avión podía ser derribado con una especie de cohete de juguete; o que peligrosas células terroristas solo tuvieran cachitos de panadería como armamento; o que avezados asesinos a sueldo mantuvieran los números telefónicos de sus contratantes -dirigentes de oposición- descuidamente guardados en sus habitaciones de hotel; o que la planificación del asesinato de un fiscal se llevara a cabo en multitudinarias reuniones en la selva panameña; o que un fiscal general de la República tuviera un detector de mentiras instalado en la mirada.
Ya este tipo de artimañas, de tanto repetidas, no funcionan. Esta vez, el tiro salió por la culata.
No es sencillo cuando un líder joven, buen orador, que comunica eficientemente y sin mucho pasado o viejos vicios que hurgar, lanza un reto tan estridente como enfrentar la persecución a cara descubierta y a pleno sol.
La oposición pasó a la ofensiva.
PUBLICADO: 25 de enero de 2019