Las estructuras rotas de una Caracas rebelde se han convertido en el lienzo de Susan Applewhite para expresar su arte. Doscientas sesenta piezas surgen sin previo aviso lo mismo en una parada de autobús que en una avenida principal.
La artista plástico y publicista Susan Applewhite se auto adjudica haber sido “la primera que empezó a revolver las basuras” porque al no tener los recursos necesarios para realizar sus piezas y no convencerle el pincel, decidió echar mano de unas cajas de cartón viejas y restos de pintura para poder plasmar sus obras conceptuales a quienes llama “sus hijos” en las estructuras metálicas destruidas por las protestas del 2017. “En ese entonces yo no me identificaba porque yo estaba muy movida por dentro y eran obras realmente transgresoras: mapas de Venezuela ahorcados, un anzuelo gigante con una bolsa de Clap imagínate” puntualiza la artista.
Su primera obra fue una corona de flores de las que se llevan a funerales, pero hecha con 2800 cajas de cigarro engrapadas, la llevo al salón de arte y reciclaje que Fospuca realizó en 1999. Repitió en el mismo salón de arte para el año 2000 con un pañal de blíster de pastillas anticonceptivas, suspendido en el aire. En vista del éxito obtenido y que realmente le gustaba mucho el resultado, allí se dio cuenta que el arte aéreo era la vía.
Con el tiempo sus piezas han ido reflejando el momento en que se encuentra, incluyendo agujas y una inyectadora gigante en sus montajes por la vacuna, siempre instalándose en vallas destruidas “Esas estructuras tienen una carga energética por sí mismas, que resultan un complemento para la obra”. Sin embargo, la adrenalina que ocurre cuando va a sus montajes callejeros es lo que la mueve, “En la calle siempre hay miedo y eso es una de las cosas que más me gusta al momento de montar una instalación. A mí me han llegado desde ladrones hasta policías y siempre he salido airosa, sana y salva, porque lo que yo hago no daña sino que hace pensar” apunta la artista urbana.
La artista asegura no tener relación alguna con ninguna de las empresas a las que pertenecen los tótems donde ha colocado cerca de 260 vallas durante los últimos cuatro años - Grupo Damar, Publistel y Publicidad Lorea ,entre otras - más bien considera que colocar sus muestras artísticas allí les da visibilidad. Para la artista el hecho de que estén quitando algunas de sus obras para colocar el aviso de disponible y vender el espacio, corrobora su hipótesis.
Publicidad Lorea, al ser consultado off the record por Producto, puntualizó que no tenían contrato alguno con la artista y que más bien están buscando recuperar los espacios que tienen en la ciudad, pero que entre la pandemia y lo económico, ha sido un poco lento el proceso.
Urbe con publicidad
Muchas de las piezas de Applewhite son logotipos o marcas intervenidas “Creo que mi vena publicitaria sale por ahí, yo tomo un producto que sea un ícono posicionado en la mente de las personas y lo transformo según lo que quiero expresar, de allí salió el montaje de EGO (de la sal de frutas), Evadiendo (la marca de pilas), las latas de frioles Goya (Black Beans Matter le colocó), la famosa Sopa Campbell’s que anteriormente interviniera el maestro del Pop art Andy Warhol en su época y hasta la famosa crema dental Crest en la que está trabajando ahorita pero con la palabra Stress, siempre protestando creativamente.
Tiene pendiente colocar una pieza suya en una valla aérea, pero no se ha dado porque la logística es complicada, aunque confiesa con cierto pesar haber estado muy cerca: “A través de una amiga hable con el dueño de una empresa de vallas aéreas, chateamos en varias oportunidades pero quedo allí, no se concretó”, afirma Applewhite. Un buen sueño para la artista sería tener un taller en el campo con una cocina para unir sus pasiones en un solo lugar. Sin embargo su proyecto más próximo es meter una estructura metálica en una sala de exposiciones con una obra suya colgada, “Eso sería un sueño cumplido” aclara.
Arte Efímero
Las muestras artísticas que Applewhite coloca por toda la ciudad tienen una corta duración. La lluvia y el sol fuerte la erosionan y en muchos casos cae. Pero además del factor ambiental, es determinante el factor humano porque los montajes de la artista resultan un insulto para algunos, un tesoro para otros y para muchos otros una manera de drenar. “He conseguido mis obras en el piso, un José Gregorio que hice hace bastante tiempo que le cortaron la cabeza y hasta me conseguí en Centro de Arte Los galpones a un señor que caminaba con mi obra en sus manos, lo pare y le dije ¡esa es mi obra! ¿Para donde la llevas? Y me aseguró tener varias de mis piezas en su casa para preservarlas, terminamos amigos” apunta sonreída la artista plástica. 
El sentido religioso que tienen algunas de sus obras últimamente, Applewhite lo atribuye a su deseo de brindar fe y esperanza a la gente que lo vea, aunque lo dañen, el mensaje llega de algún modo, según la artista. Eso le valió un contrato con Vale Tv para instalar un José Gregorio Hernández de blíster de pastillas en su sede, luego fue llamada para hacerlo en la plaza la candelaria en el evento de beatificación del médico santo venezolano.
Pese a que cada vez sus lienzos son menos porque las alcaldías y las empresas dueñas de vallas han ido retirando las estructuras metálicas o las están arreglando, Applewhite ha comenzado a hacer afiches que ha pegado en las paredes con un material que es mas durable, porque las obras han ido desapareciendo y aunque siente que su arte se está moviendo, eso no le genera ingresos que le permitan avanzar con sus otros proyectos.
Reinventarse con arte
Según sus palabras, sus obras son un regalo para la ciudad entonces ¿De qué vive Applewhite? ¿Cómo consigue recursos para continuar su viaje artístico? “Tengo una empresa de Catering porque mi otra pasión es cocinar. Mi socia y yo organizamos cenas artísticas, con comida alusiva a cierta temática que desee el cliente y como colofón un tenor o una soprano. Eso ha ido algo lento por el tema pandemia, pero sigo cocinando y atendiendo clientes” apunta la artista.
PUBLICADO: 07 de junio de 2021