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Escapar de lo cotidiano #opinión

Buscamos la innovación como una solución constante, sí, pero olvidamos que para llegar a ella existen pasos previos que nadie ha puesto en un manual y que, desde aquel abuelito de la infancia que resolvía nuestros problemas de niño, ya nadie nos enseña.

Sabemos, sin embargo, que a muchos ciudadanos, políticos y empresarios les gusta exigir innovación como algo natural, como quien pide un jugo de naranja en una panadería.

La innovación no es el sombrero de copas de un mago y tampoco se encuentra tirada en una acera como un billete viejo, pero sí se puede construir, siempre que recordemos que ella comienza por nosotros mismos y por lo que hagamos con nuestros días.

Nada innovador saldrá de tus pensamientos si no eres creativo con tu vida y las cosas que haces. Para conseguir cambios, una opción es comenzar a acercarnos más al arte en todas sus facetas. La creatividad, cuando llega fuera de las parcelas de nuestro trabajo, es una fuerza motivadora. Hay que incorporarla también desde allí.

Tenemos esa percepción de que innovar es hacer cambios gigantescos, pero realmente podría ser algo tan simple como sentarte a comer un sancocho con ese pescador en Macuto, cambiar algunos muebles de lugar, o darle los buenos días a la vecina que tienes años viendo y ni siquiera sabes cómo se llama. Ese, estemos claros, es un buen punto de partida.

Haz tu propia estrategia creativa: por lo menos una vez a la semana escoge una actividad cultural, la que sea, y anímate a asistir. Se ampliará tu capacidad de observación. Te harás más curioso y más sensible. Podrás renovarte en cada experiencia, incluso si te parece un bodrio. Y tendrás más inspiración para producir cosas creativas. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Que algo se mueva muy poco, pero siempre podrás relajarte.

Vamos a romper nuestros propios paradigmas. Sin imaginación ni talento no estaremos más que corriendo en el mismo lugar, sin avanzar. Innovar es también pensar en los demás, es respeto, es contemplar, tener la capacidad de admitir las fallas y compartir aciertos. Innovar es hacer lo que otros no están dispuestos a hacer.  Innovar es ese proceso de fallos que repetimos, hasta que terminamos encontrando algo que encaja y que funciona. Las personas creativas aprenden a no tomarse demasiado a pecho los errores. La gente creativa fracasa, y los que son buenos de verdad fracasan más de una vez.

Las personas creativas miran el mundo a su alrededor y quieren saber por qué y cómo funcionan las cosas. Decídete a dejar tu zona de confort de vez en cuando: la creatividad es el acto de fabricar algo de la nada. No es un trabajo para los tímidos, hay que apostar.

Se debe tener una buena carga de información en nuestras mentes y mucho tiempo para pensar. No seremos innovadores si hacemos lo mismo que los demás. En algo que podemos estar de acuerdo, porque de seguro todos lo hemos vivido en algún momento, es que si no cambiamos, difícilmente podremos generar cambios.

Si desde que comenzaste a leer, hasta ahora, has pensado una o varias veces: “se dice fácil, pero con tanto trabajo…” pues, búscate un tiempo…Y si estás sin trabajo, aprovecha entonces de hacer durante este tiempo el cambio.

La vida es la escuela, un aprendizaje permanente, pero estemos claros: sin salir del mismo espacio, siempre, será mucho más difícil que la innovación toque a la puerta.

Es obvio que no existe una sola organización que se pueda llamar innovadora sin que los que trabajen en ella sigan haciendo acciones cotidianas. Pero las que brillan se atrevieron a arriesgarse, a no estancarse, a recordar, reflexionar, observar e imaginar con soltura.

Cuanto más logremos escapar de esa manera dominante de pensar y probemos nuevos enfoques, más probabilidades tendremos de escribir ese primer paso en nuestro propio manual. 

@hectorbarboza

 


PUBLICADO: 25 de septiembre de 2014