En las redes de supermercados y farmacias había intención de normalizar las operaciones después del primer blackout eléctrico del pasado 7 de marzo, pero la situación se complica porque ha ocurrido un segundo blackout que, al cierre de esta nota, no ha sido superado, por lo que en ambos sectores hay preocupación por la grava disminución de los inventarios, lo que anticipa un cuadro de mayor escasez, sobre todo en alimentos, si no se garantiza la normalidad del servicio eléctrico en el corto plazo.
Fuentes del sector automercados dijeron a PRODUCTO que las compras de inventarios se han reducido en prácticamente 90%, debido, en primer lugar, a una precaria oferta de parte de los proveedores y porque, con la situación actual de la infraestructura eléctrica, no hay garantías de que se mantengan las cadenas de frío, por lo que se espera una aún más severa escasez de carne, lácteos, vegetales, hortalizas, cuyo carácter perecedero hace inviable un ciclo de venta razonable.
Ya en la primera contingencia eléctrica muchos comercios, sobre todo en los estados del occidente del país, que fueron especialmente afectados por el blackout tuvieron que rematar o, incluso, regalar los productos, antes de que se perdieran; sin embargo, estas medidas no impidieron los saqueos en el estado Zulia, sobre todo, donde se registraron pérdidas millonarias.
Las cadenas de supermercados y los abastos indpendientes tienen cerca de un mes de actividad limitada. Las fuentes sectoriales indicaron que se ha hecho un esfuerzo por mantener los puntos de venta abiertos en más o menos un 80% u 85%, pero la situación se agrava ante la posibilidad de que el suministro eléctrico no se establicice. El funcionamiento se garantiza con plantas eléctricas, en los supermercados más grandes y mayores necesidades de enfriamiento, pero estos sistemas no están diseñados para apagones por períodos largos.
Farmatodo mantuvo la mayoría de sus tiendas abiertas con plantas eléctricas que garantizan 24 horas de operación continua, pero con medidas de ahorro como no encender todas las luminarias en las tiendas y racionar el consumo de energía donde sea posible.
En general, los empresarios consultados creen que deben prepararse para un racionamiento eléctrico, por lo menos durante los próximos meses, lo que ponen presión a operaciones que hace años dejaron de ser rentables. Los pequeños comercios tienen, frente a la inestabilidad del servicio eléctrico, menos margen de maniobra.
Dos propietarios de abastos consultados por PRODUCTO coincidieron en que, en las actuales circunstancias, es muy difícil llegar a fin de año con las santamarías arriba; de hecho, la mayoría de los supermercados independientes han reducido su superficie utilizada, el número de neveras y las compras de inventario de manera radical, así como también han recortado nómina, a pesar de la existencia de un decreto de inamovilidad.
Las fuentes de dos cadenas de supermercados consultadas indicaron que, en comparación con 2017, el número de empleados fijos ha caído en más de 35%, porque, por ejemplo, hay categorías de productos que se han dejado de vender en algunos locales o en toda la red. Los problemas de suministro son crecientes y los costos de funcionamiento se han sextuplicado en cuestión de año y medio, y este podrían multiplicarse por cuatro veces más, por lo menos, de acuerdo con los índices de inflación esperada.
PUBLICADO: 27 de marzo de 2019