Es muy curioso. Cada vez que nombran a Juan Guaidó casi todas las cadenas de televisión importantes del mundo, con sus cabeceras en países cuyos gobiernos –de modo unánime— lo han reconocido como presidente interino, insisten en endilgarle el remoquete de “autoproclamado”. Un calificativo nada inocente que Nicolás Maduro y sus acólitos deben agradecer; y que seguro tiene origen en la puesta en escena del acto del 23 de enero en Caracas, cuando Guaidó juró asumiendo lo que se le reclamaba –y le correspondía—como presidente de la Asamblea Nacional.
Gran parte del periodismo internacional lo asumió como que nadie le había tomado juramento. Algo que no era necesario. Pero el supuesto negado de la auto proclamación se instaló en la retina de medios, cuyos directivos, periodistas y presentadores siguen cerrando los ojos ante la realidad. .
Lo raro, en el caso de las cadenas televisivas, es que la mayoría son empresas públicas. Y se hace difícil entender, aun en los regímenes más puristas, que la independencia de criterios en materia informativa u opinática, llegue al límite de no respetar un asunto de Estado.
Me explico: el mismo gobierno británico que retuvo el oro venezolano depositado en el Banco de Inglaterra, pasa por alto que en los noticieros y programas de la emblemática BBC se diga todo el tiempo que Juan Guaidó es “el presidente autoproclamado de Venezuela”. Y lo mismo pasa en France Televisions y Radio Francia Internacional; en la portuguesa RPT; en la radio televisión española RTVE; en la italiana RAI y en la cadena Euronews, creada luego de la Guerra del Golfo con aportes de la mayoría de las citadas más ERTU (radio y televisión de Egipto).
En un programa periodístico de la alemana Deusche Welle (DW), empresa del Estado germano, un panelista venezolano discutió con la presentadora el concepto. Ella le dio a entender que nombrar a Guaido como “auto proclamado” era política de DW, y lo hizo en aras de la "imparcialidad". Será. Pero sin duda no es la del gobierno de Angela Merkel, uno de los primeros en reconocerlo como legítimo mandatario interino.
El asunto se entiende en España, porque el partido Podemos --hermano del chavismo-- maneja RTVE por graciosa concesión del socialdemócrata Pedro Sánchez al comunista Pablo Iglesias. Y es muy coherente en el caso de la RAI, porque Italia no reconoce a Guaidó como presidente.
Pero si a ver vamos, un gigante privado de la comunicación mundial como CNN también le cuelga a Juan Guaidó el sambenito de “autoproclamado”. Algo extraño, porque más allá de su inferida tendencia filo izquierdista y su enfrentamiento con Donald Trump, en Venezuela esa cadena tiene un claro enemigo en Nicolás Maduro, que la considera un demonio imperial y le aplicó censura pura y dura: desde febrero de 2017 su canal en espanol –con la virgulilla en el logo CÑÑ— fue extirpado de las grillas de todas las cableras por orden de Conatel.
En prensa escrita la cosa es distinta. Los diarios más grandes del mundo han variado su óptica: empezaron calificando a Guaidó como autoproclamado, pero con el correr de los días mudaron en su mayoría a “presidente interino”.
Desde su nacimiento, el chavismo enfrenta, con su pregonada hegemonía comunicacional, al periodismo independiente y sus mejores virtudes: la información imparcial, la multiplicidad de opiniones en busca de la verdad y la formación de conocimiento. Valores que, históricamente, la enorme mayoría de los medios mencionados en esta nota han cultivado, defendido y representado, como apéndices de estados democráticos.
Hoy, sin embargo, esos medios se empecinan en calificar peyorativamente el acto que empoderó a Juan Guaidó, sin intentar analizar, discutir ni entender su legalidad formal. Y sin tener en cuenta incluso el marco de reconocimiento que le brindan 51 países de entre los más democráticos del mundo, muchos de cuyos gobiernos –vaya paradoja-- administran las empresas estatales de comunicación que se permiten tamaña incoherencia.
PUBLICADO: 19 de febrero de 2019