El discurso de Juan Guaidó tiene su clave de sol: lejos de dejar a los demás sin palabras –supuesta virtud de políticos con buen verbo-- el nuevo líder venezolano le da a los otros la palabra. Es decir, los escucha. Y les responde. El determinante diálogo con jóvenes expatriados que promovió este viernes 1 de marzo en la noche en la plaza San Martín, corazón de Buenos Aires, al salir de la Cancillería, es un claro y contundente ejemplo de su estilo de comunicación, a la vez profundo y emotivo.
A partir del 23 de febrero, día en que la ayuda humanitaria que debía entrar “si o sí”, se enfrentó con el “no” de la delincuencia organizada, Juan Guaidó se las ingenió para multiplicarse por el subcontinente. Mientras todos lo esperan en Venezuela –en especial quienes quieren ponerlo preso—el joven ingeniero amagó “ya voy para allá”… y tras reunirse con los cancilleres del Grupo de Lima en Bogotá, saltó de Colombia a Brasil, luego a Paraguay y Argentina. A partir de este sábado 2 sigue en su gira suramericana en Chile, quizá en Ecuador y luego en Perú.
Sin revelar su destino cumple una gira entre misteriosa y mágica: en cada país, sin falta, lo recibe el presidente, anuda aliados, dialoga con el exilio y expone su plan de tres pasos que funge como bandera, repetido cual slogan de cuña publicitaria: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.
Una letanía inamovible a la que siempre vuelve –obvio—pero que no le impide responder cualquier pregunta y enfrentar incluso cuestionamientos periodísticos, con la capacidad de un veterano y la frescura del que tiene todo por hacer. Guaidó habla de realidades sin eufemismos, tropiezos ni fantasías, reivindicando sólo lo que tiene en las manos: la movilización popular, la construcción en el país de una mayoría determinante y el respaldo internacional para un proceso que –son sus palabras-- no tiene vuelta atrás.
Así lo repitió en el video que ilustra este comentario. Un video profesional, prolijamente editado, cuyo mejor valor y mayor virtud –convengamos—es que desnuda la espontaneidad del estilo de comunicación de Guaidó, capaz de inducir ideas como lo hizo esa noche, ligando el concepto “no hay vuelta atrás” con la anhelada reivindicación de retorno que sus compatriotas guardan en el corazón.
El diálogo se abrió y recibió la respuesta a coro en un solo grito “¡queremos regresar!”. El jefe junto las manos, los miró y dijo: “Si lo van a hacer, lo van a hacer muy pronto”. El resto fue ovación, mientras Guaidó quizá pensaba no ya en la próxima escala, sino en su propio regreso.
PUBLICADO: 02 de marzo de 2019