Autodidacta del diseño, austero, sencillo y mil millonario, Feodor Ingvar Kamprad murió el sábado a la edad de 91 años. El imperio de muebles y decoración para el hogar que fundó le hizo amasar una fortuna calculada en 52 mil 400 millones de dólares, por lo cual Forbes lo ubicó entre los tres hombres más adinerados de Europa.

De él se dicen mil cosas. Desde su pasado fascista –al cual se refirió como error de juventud-, hasta su inclinación por el ahorro extremo –se dice que usaba ropa usada y compraba comida a punto de vencerse-, el fundador de IKEA Feodor Ingvar Kamprad murió tranquilamente a los 91 años y rodeado de seres queridos, el sábado pasado.

Su historia parece sacada de un guión hollywoodense. El chico pobre que a los cinco años vendía cerillas, semillas y bolígrafos a sus vecinos, que se inició a 17 en las lides de los negocios con una empresa que lleva  sus iniciales (I.K.), y las dos primeras letras de la granja y el pueblo donde creció (Elmtaryd y Agunnaryd).

Sin embargo, la famosa empresa proveedora de muebles y artículos decorativos para el hogar, no logró lanzar el primero de sus famosos catálogos hasta 1951. Autodidacta en diseño, abrió su primera exposición de muebles en Älmhult (Suecia) en 1953 y su primera tienda, en 1958. Todos estos logros que, según el mismo afirmó en diversas entrevistas, fueron cristalizados a pulso y con la creencia firme en lo que hacía por loco que pareciera a otros.

Lo bueno viene en paquetes

Dicen quienes le rodearon que el éxito de IKEA tuvo asidero en su muy personal política de ahorro de costos, que más allá de los precios competitivos, descansó en el autoesamblaje de muebles y los paquetes planos.

Este empresario sueco nacido el 30 de marzo de 1926 en el sur del país eslavo, logró una red de 350 tiendas en 29 países con ventas de 62.000 millones de dólares anuales. En 1986 dejó la dirección de la empresa para seguir como asesor y en 2013 anunció su decisión de abandonar el consejo de administración, que dejó en manos de su hijo Mathias.

Sus empleados relatan con orgullo que era incansable y con 80 años apareció en una de las tiendas a las 5 de la madrugada para hablar con los camioneros que descargaban material.

Sobre su testamento aún no se tiene ningún tipo de información pero las cifras, advierten las agencias, son astronómicas.

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