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La violencia de género migra a la red

Que las mujeres sean propensas a ser víctimas de agresiones  es un hecho conocido por todos. Son múltiples sus formas de manifestarse en la vida real y las víctimas crecen día a día. Sin embargo, surge una novedad al respecto: así como los negocios, el amor, las relaciones y la forma de trabajar migraron a los entornos sociales, el ataque a la mujer también lo ha hecho y de forma diversificada. Aunque no existan registros al respecto, la compañía de detección  de amenazas ESSET asegura que sobre un estudio, el 41% de las agresiones perpetradas en línea ocurren tras las teclas de alguien conocido, conozca algunas formas de evitarlo.

María Alejandra Almenar /@Mariale_Almenar

En Venezuela la violencia de género no se contabiliza. En un reportaje titulado “La violencia contra la mujer ocurre por la impunidad y la desprotección” publicado por El Nacional el 3 de julio de 2017, la directora general de Fundamujer  aseguró que los últimos registros de violencia se llevaron en el año 2011. Sin embargo, existe y así como todo ha migrado a los entornos digitales, también lo ha hecho la agresión contra la mujer.

Agresión chantaje, broma pesadas, censura, exposición de datos sin autorización, ciberacoso, es extenso el menú servido para hacer víctimas a las mujeres que en algunos casos, llegan a enterarse que ha sido objeto de violencia cuando ya el hecho ha tenido un largo recorrido en las redes sociales o plataformas digitales. En vista de que –para variar- no existen planes de acción ante esta problemática, la educación de la población y la difusión de formas de prevención se hacen más que necesarias para combatir las consecuencias reales de un problema que parece ser sólo virtual pero es más serio de lo que se pinta.

Un enemigo serio

La línea entre el humor y la agresión es muy delgada. Por las redes sociales abunda el debate entre feministas y caballeros sobre si un piropo puede o no considerarse como una agresión. Pero más allá de las bromas y de la banalización del problema, es una realidad que cuando se ejerce el poder de alguna forma para atentar a la integridad de una persona, se ejerce violencia sobre ella.

La compañía ESSET que se encarga de la detección proactiva de amenazas lanza a propósito de esta forma de violencia, su campaña global Take back the tech!, con el propósito de visibilizar un asunto de interés general.

Llamando a las cosas por su nombre

La primera medida para hacer frente a un problema es conocer todas sus formas y variables, de manera que a través de esta campaña, se pretende concientizar sobre cada una de las formas de ser violento contra la mujer en la red. A continuación, presentamos algunas definiciones tomadas de su nota de prensa.

  • Chantaje: según la nota de prensa difundida por ESSET, el chantaje “ocurre cuando amenaza con revelar información difamatoria o perjudicial sobre una persona si no se paga un determinado precio. En muchos casos el pago no es monetario, sino que puede incluir favores sexuales o control emocional sobre la persona afectada. Un caso especial es el de la porno venganza: cuando alguien publica contenido como fotos o videos sin el consentimiento de la afectada, ya sea para provocar humillación o vender el contenido a terceros. No se debe estigmatizar la práctica del sexting, violar esa intimidad es un delito, y las denuncias deben ser tomadas con seriedad; no se deben aceptar frases como: “es tu culpa” o “tú te lo buscaste”. Sí debemos, de todos modos, saber que existen riesgos.

A esta práctica también se le conoce como “sextorsión” y son las adolescentes las principales víctimas de este tipo de violencia. También ha sido utilizado como un arma de control en los medios artísticos, lo que nos recuerda el Caso Weinstein.

  • Ciberacoso: explica la empresa especializada que “tiene que ver con el hostigamiento, humillación e injurias sufridas a través del uso de medios digitales. Comprende la suplantación de la identidad, creación de perfiles falsos online, e incluso la vigilancia a través de spyware o acceso a los perfiles de redes sociales. En muchos casos los atacantes se escudan detrás del anonimato e incitan su campaña de odio mediante el uso de hashtags y publicaciones para que sean compartidas por grupos de personas. Es conveniente bloquear al acosador e intentar cortar las vías de comunicación de inmediato. En el caso de que siga sucediendo se debe guardar copias de las comunicaciones, no borrarlas. Esto servirá de soporte para el siguiente paso: acudir a las autoridades”.

El ciberacoso es también una de las armas favoritas para el bulling en los entornos juveniles. La suplantación de identidad es también utilizada como una herramienta para realizar estafas.

  • Discurso de odio: “cualquier expresión que trivializa, glorifica o incita a la violencia basada en el género. No debe confundirse con la libertad de expresión, que es un derecho universal, pero que tiene limitaciones en tanto entra en contacto con otros derechos. En la mayoría de los países, el discurso de odio está prohibido cuando incita a la violencia o acciones perjudiciales contra otras personas. Uno de los escenarios que más se repite tiene que ver con el discurso de odio contra periodistas mujeres; sobre todo cuando se abordan temas históricamente dominados por hombres, como deportes, juegos o política”.

Al respecto, Matías Porolli, especialista en seguridad informática de ESET Latinoamérica explica que, de acuerdo con un estudio con datos de entre 2012 y 2014, el 41% de los casos de violencia contra las mujeres en línea fue perpetrado por alguien conocido. "Por ello es fundamental no ver a la violencia en línea como un fenómeno separado, sino como un caso más de violencia de género: muchos casos de acoso virtual en un contexto de violencia doméstica" -explica.

Cómo evitarlo

ESSET comparte algunas medidas para evitar ser víctima de la violencia en línea:

  • Utilizar contraseñas seguras, y no emplear la misma en varios sitios.  
  • No ingresar credenciales o datos personales en sitio que generen desconfianza, ni hacer clic en enlaces que vienen de correos electrónicos falsos o mensajes extraños en redes sociales.
  • Activar la verificación en dos pasos para el acceso a los correos o redes sociales.  
  • Si se envía información sensible o confidencial, evitar hacerlo desde redes públicas; especialmente de las redes abiertas, de bares o cafés.
  • Asegurarse de navegar por sitios seguros y confiables, que utilicen https.
  • En cuanto a dispositivos móviles, se recomienda utilizar un PIN o código de bloqueo para evitar el acceso físico al dispositivo.
  • Utilizar el cifrado de la información. Así, las fotos, videos y demás contenidos del teléfono no serán accesibles sin la contraseña.
  • Si se necesita borrar información, tener en cuenta que a veces no es suficiente con borrarla del dispositivo. En algunos casos la información sube automáticamente a la nube, y también es necesario borrarla ahí.
  • Utilizar software antivirus. Cualquiera, que sea bueno y conocido. 
  • Si se realiza sexting, es importante tener en cuenta que las aplicaciones de mensajería como WhatsApp cifran los mensajes de extremo a extremo, pero una vez que se envió, el contenido no se borra. Snapchat permite el uso de publicaciones efímeras que sí se borran al cabo de un tiempo, pero nada evita que alguien pueda hacer un pantallazo.

Dados los recientes sucesos ocurridos en Venezuela, es importante hacer notar que la violencia de género por internet no es cosa exclusiva de hombres a mujeres, ni tiene que ver solamente con agresiones de tipo sexual.

Es un hecho recurrente que muchas mujeres recurra a este tipo de prácticas, en especial al ciberacoso o a la difusión de discursos de odio para perjudicar a otras, ya sea por venganza, celos o necesidad de conseguir un mayor número de seguidores para sus redes (ver “Cuando las redes sociales se convierten en una letrina”). El móvil de este tipo de violencia, no pareciera ser tan importante cuando lo que subyace es una forma de conducta que pareciera estarse normalizando y que es fácilmente copiada por las nuevas generaciones, más expuestas a los entornos digitales y por tanto, más vulnerables.

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PUBLICADO: 21 de marzo de 2018