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Hay licores que matan (I)

En lo que va de 2019 se han registrado 39 personas fallecidas como consecuencia del consumo de bebidas alcohólicas adulteradas y/o elaboradas de manera clandestina con alcoholes y derivados no potables, como el Metanol(*). Es una cifra que, según la Cámara Venezolana de la Industria de Especies Alcohólicas, Civea, quintuplica los registros de 2018 y 2017 cuando se contaron 9 y 10 personas muertas por las mismas causas, respectivamente.

Los eventos más recientes en este sentido, apuntaron inicialmente a la “bebida espirituosa seca” Centauro, de la empresa Industrias Casa Turmero C.A., que afirmó a través de un comunicado, que su producto no contiene Metanol, que no es la causante de las muertes de los consumidores que han reseñado los medios masivos y que todo es producto de una campaña de desprestigio en su contra. Industrias Casa Turmero C.A. no pertenece a Civea.

Luis Enrique Cárdenas, director Ejecutivo de ese gremio, explicó que por razones éticas no puede emitir comentamos sobre empresas o productos específicos, pero reconoce que se ha exacerbado el problema de los fallecimientos e intoxicaciones.

Según los datos manejados por Cárdenas, por cada persona fallecida ocurren 5 intoxicaciones en promedio. “Tomamos los números de los medios, con todos los reportes: nombres, lugares, tipos de bebidas mencionadas, temporadas en que sucedieron los casos, y podemos sacar un patrón: 70% de estos eventos fatales ocurren  en los dos meses finales e iniciales de cada año. En cuanto a localidades, 70% está en el centro del país, con liderazgo el estado Aragua (22 personas), Distrito Capital y Miranda con 8 personas cada uno y Carabobo con 4”, dice. Entre Oriente y Occidente se completa el 30% restante.

Indica el directivo de Civea que los fallecimientos e intoxicaciones ocurren particularmente en zonas populares; en el caso de Caracas, los municipios Libertador y Sucre. “Las bebidas que están causando esto son dos: clandestinas y adulteradas”, dice Cárdenas sin catalogarlas dentro de una categoría específica de mercado.

Cárdenas describe a las bebidas clandestinas como aquellas que no cumplen ninguna norma de producto, proceso ni buenas prácticas, mientras que la clandestinidad la da el hecho de que no cumplen con ningún tipo de norma ni registro. “Además, están utilizando de forma indebida las denominaciones de bebidas tradicionales venezolanas”, apunta el directivo.

Adicionalmente al fraude que significa utilizar un nombre que no corresponde, Cárdenas señala la práctica de la adulteración, que es cuando se toma una bebida legal y se le incorpora un tóxico. “En ambas se incorporan tóxicos, tanto en el clandestino como en el adulterado. Ese alcohol que no es potable -como el metanol-, efectivamente se está utilizando en los clandestinos y en los adulterados para acelerar procesos, simular colores y  matizar olores”, asegura.

Desde el punto de vista de la Civea, estos son los principales problemas que atraviesa la industria licorera actualmente, porque se trata de la vida y la salud de las personas. Pero también es el reflejo de un problema muy grave: el comercio ilícito, sobre el que tratará la siguiente entrega de este artículo.

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(*)Metanol: Líquido incoloro y muy tóxico, obtenido por destilación de la madera a baja temperatura o mediante la reacción del monóxido de carbono y el hidrógeno, que se emplea para desnaturalizar el alcohol etílico y como aditivo de combustibles líquidos.

Hay licores que matan (II)

Ron para todo el mundo

SAPI actualizó certificación DOC Ron de Venezuela

Actualizada Denominación de Origen “Ron de Venezuela”


PUBLICADO: 19 de diciembre de 2019