La industria cervecera venezolana ha visto disminuir drásticamente el consumo, pasando de 2000 millones de litros anuales en 2015 a unos 145 millones proyectados para 2020, pandemia de por medio, según estimaciones de la Cámara de Fabricantes de Cerveza, Caveface.
El cierre no decretado pero sí aplicado de expendios de licores, agrava la situación para una industria que genera más de 150 mil empleos en el país.
Hasta el año 2015 el consumo de cerveza en Venezuela rondaba los 2 mil millones de litros anuales, con un consumo per cápita de 70 litros por año, según cifras de la Cámara de Fabricantes de Cerveza, Caveface, integrada por las dos principales cervecerías del país. Ambas venden aproximadamente 95% de la cerveza que se consume en Venezuela (cerca del 80% Polar y Cervecería Regional con casi 20%). El resto del mercado lo componen las cervezas industriales Tovar y Destilo, más las importadas de venta en bodegones, así como una variada oferta de marcas artesanales que compiten en automercados y tiendas. Las cervezas artesanales no pertenecen a Caveface pues, según sus estatutos, necesitarían un mínimo de producción y son considerarlas como producto no industrial, otro nicho de mercado.
Con la implementación del control de cambio en 2016, la industria cervecera nacional comienza a sentir un impacto negativo, pues los insumos esenciales para su fabricación, cebada y lúpulo, son importados. Los inventarios disminuyeron considerablemente y las empresas se vieron imposibilitadas de pagar a sus proveedores en el exterior, lo que generó el cierre operativo de las plantas de Polar en ese momento. Al cierre de 2016 el consumo de cerveza bajó a 950 millones de litros, según Omaira Sayago, directora ejecutiva de Caveface.
En los años siguientes, el consumo total de cerveza en el país fue en picada: 2017 cerró en 720 millones de litros; 2018 en 429 millones y 2019 en 265 millones, colocando al consumo per cápita en apenas 10 litros promedio. Para 2020, pandemia de por medio, Caveface estima un total de consumo de 145 millones de litros, con un consumo per cápita proyectado en apenas 6 litros, “el peor año de la industria cervecera en la historia”, en palabras de Sayago.
Hoy por hoy, de las cuatro plantas de Polar sólo la de San Joaquín está operativa. En el caso de Regional, con dos plantas, solo mantiene activa la de Cagua. “Al no haber demanda, tuvieron que adecuar su producción”, explica la directora de Caveface.
Licoreros formales listos para vender
Pese a que el Gobierno flexibilizó la apertura de algunos sectores, no ha sido así con la industria cervecera. A las licorerías y comercios que expenden el producto, las autoridades no les permiten abrir, a pesar de no haber una ordenanza formal que indique la prohibición de venta de licores. Sumado a esto, las autoridades regionales y de algunos estados del país, aplican sus propias normas, lo que dificulta aún más la situación.
De acuerdo con Sayago, las 12 mil 300 licorerías contabilizadas por Caveface a nivel nacional, generan más de 150 mil empleos directos e indirectos. “No se trata solo del empresario industrial, que quizás tenga una mayor fuerza económica y financiera para resistir, sino de distribuidores, franquicias, licoreros y licorerías, restaurantes, bares, la señora que tiene un kiosco en la carretera, entre muchas otros involucrados en el sector. Incluso, permitir la venta de bebidas alcohólicas, beneficiaría al Estado, considerando el importante aporte que hace la industria en materia de impuestos”, comenta la directora. Los fabricantes pagan un impuesto de 15% sobre el valor de venta al público de sus productos cerveceros.
Asegura Sayago que la industria está funcionando con todos los protocolos sanitarios adaptados a la emergencia. Mientras el personal de planta sigue asistiendo, el corporativo migró al teletrabajo. “Cada empresa formó un equipo encargado exclusivamente de supervisar el diseño, la aplicación y el cumplimiento de dichos controles. La apertura sería bajo las condiciones sanitarias de prevención, como atención solo por pick up o delivery, y restricción de horarios, entre otros”, comenta.
La directora de Caveface señala que otra de las razones para solicitar la autorización de la venta de manera formal, es evitar el consumo de bebidas ilícitas o bebidas adulteradas, cuya proliferación surge como una alternativa económica ante la imposibilidad de comprar la bebida legal, pero con fatales consecuencias, pues al no cumplir con las normas sanitarias ni de calidad, el mercado ilegal ya ha cobrado vidas humanas. “La industria cervecera, opera completamente apegada en respeto y cumplimiento con toda la normativa que existe para las bebidas alcohólicas. Ese es otro factor importante para que el mensaje llegue al Gobierno”, afirma.
Llamado en video
Caveface desarrolló una pieza institucional para redes sociales y Whatsapp, con creatividad de la agencia FCB & Fire Caracas y producido por La Fábrica Producciones, en la que destaca la importancia de la industria cervecera como generadora de empleos directos e indirectos en el país, pagadora de impuestos y como parte de la cultura venezolana. Una pieza sencilla y directa que muestra animaciones en stop motion, gaveras de cerveza, chapas y botellas sin marca pero fácilmente reconocibles como las cervezas de Polar y de Regional, brindando y chocando entre ellas.
El mensaje, difundido por las dos cerveceras y por Conindustria, Consecomercio, Fedecámaras, sector licorero y licorerías, resalta la importancia de todas las personas que integran la cadena de producción, desde el malteado de la cebada, hasta que la cerveza llega a la mano del consumidor.
PUBLICADO: 13 de septiembre de 2020